Se dice que el Sema (samâ) es la cura y el alimento del alma. Miles de años atrás los chamanes ya giraban sobre sí mismos en sus rituales sanadores, y todavía lo hacen. Hace más de ocho siglos, Jalaluddin Rumi (Mawlana), el gran poeta místico sufí de origen persa del S. XIII, instauró en Konya (Anatolia-Turquia) esta bella danza giratoria. El Sema favorece el autoconocimiento, ya que la música y la danza estimulan la audición interior («samâ» significa literalmente «audición»). Así, por una parte el Sema actúa de espejo donde uno se ve a sí mismo desde la distancia meditativa, cosa que permite la transformación e integración de aspectos difíciles de nosotros mismos, y de otra, los estados extáticos que se consiguen con la práctica continuada producen una profunda transformación, ya que la música y la danza favorecen la expresión de posibilidades latentes en nuestro interior, como el amor o la compasión, así como el acceso al
Un espacio para tu interior...