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El Titanic gallego

 El hundimiento en 1921 del que se llegó a llamar el Titanic gallego, constituye uno de los referentes más dramáticos de la historia marítima del noroeste de España y sin duda una sorprendente historia que ya forma parte del Patrimonio Inmaterial de Galicia y particularmente del Concello de Ribeira, pues dicho naufragio tuvo lugar en la bocana de la ría de Arousa.


                                            

Josefa Parada, de 16 años; Cipriana Oujo, de 24 y María Fernández, de 14.



La historia de este terrible acontecimiento fue la siguiente. El buque correo a vapor Santa Isabel, con tripulación y pasaje sobre todo de emigrantes con destino a Ultramar, embarrancó —a causa de una espesa niebla—, en unos bajos frente al faro de la Isla de Sálvora y comenzó a hundirse en la madrugada del 2 de enero de 1921.


                                       

El suceso fue visto por el farero de Sálvora, quien alertó a los vecinos de la aldea insular pidiendo auxilio.

Aquel día solo veinticinco personas habitaban la isla: las mujeres, los niños y los viejos, con la única excepción de los fareros. La mayoría de los vecinos se habían desplazado a Riveira, donde se celebraban las fiestas de Aninovo, y los mozos jóvenes cumplían el servicio militar. 

Solas pero bravas, cuatro fueron las mujeres que, según el testimonio de Cebreiro, acudieron a socorrer a los pasajeros que braceaban en la mar.


                                         


La Isla de Sálvora mide unas 190 ha y está a 3 Km de tierra firme. En aquella época era propiedad del Estado, que la había expropiado en 1904 a sus antiguos dueños. En ella vivían como colonos, que debían pagar una renta por el uso de sus tierras, 54 personas pertenecientes a 7 familias, además del personal del faro.

Actualmente pertenece a la parroquia de Aguiño, Ribeira. Forma parte del Parque Nacional das Illas Atlánticas gestionadas por la Xunta de Galicia.

                                             


En particular hubo 4 mujeres que merecieron una especial distinción por su encomiable trabajo, conocidas como las «heroínas de Sálvora», cuyos nombres eran Cipriana Oujo, Josefa Parada, María Fernández Oujo y Cipriana Crujeiras, que recibirían después múltiples homenajes.


                                              



Por parte de la tripulación del Santa Isabel, el gran héroe fue su 2º oficial, D. Luis Cebreiro López, marino ferrolano, que tuvo un papel decisivo dirigiendo la evacuación del buque, logrando salvar a decenas de personas en uno de los botes, el número 8, perdiéndose otros contra las rocas.

Las tres primeras, junto a Cebreiro, sortearon los envites del mar hasta conseguir poner a salvo a más de medio centenar de personas. El agua se tragó a 213.

El capitán, Muñiz, estaba ingresado de gravedad, víctima de una pleuroneumonía causada por haber permanecido más de dos horas en las gélidas aguas de Arousa.


                                           


Los vecinos de Sálvora y Ribeira que rescataron a 53 pasajeros fueron acusados injustamente de hundir el barco para saquearlo.

Luego, llegaron los celos y las mentiras. Hubo quien dijo que habían robado las pertenencias de los ahogados. Alguien dejó caer que había un tesoro escondido en la isla. Incluso alguien sugirió que salvaron a algunos y dejaron morir a otros. Después, sencillamente fueron olvidadas.

El buque, que zarpó de Bilbao al mediodía del día 30 del año 1920, era un dechado de promesas. La mayor parte de sus 155 pasajeros ya soñaban con una vida mejor en Buenos Aires y otros tres tenían previsto desembarcar un rato antes que aquellos, en la costa uruguaya del Río de la Plata.

Pero a diferencia del transatlántico que se imaginaba invencible, el Santa Isabel era sobre todo un barco de pobres: “Solos dos de estos 155 pasajeros eran de primera clase y seis de segunda. Todos los demás viajaban en tercera”, contabilizaba el diario La Voz de Galicia en días posteriores a la tragedia.

Dicen que entre otros avances, el Santa Isabel se enorgullecía de contar con un equipo de radioteléfono. Pero aquella noche, solo emitió un pedido de socorro inconcluso: “Estamos encima de las rocas de Sál…”. Luego, se cortó la electricidad.




                                         


El buque no llegó a explotar gracias al primer maquinista Miguel Calvente y al fogonero coruñés Manuel Flores Martínez quiénes, en un acto de valentía, abrieron las válvulas de presión de las calderas.



IMÁGENES DEL PECIO HUNDIDO EN SÁLVORA


                          



Era 2015 cuando la documentalista y cineasta española Paula Cons pensó en hacer su película La Isla de las mentiras, protagonizada por Nerea Barros y el argentino Darío Grandinetti.


                                 


AS HEROINAS DE SALVORA. CANCIÓN



























Comentarios

  1. Desconocido para mí hasta ahora. Interesante.

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    1. Tenemos que recuperar esta memoria desconocida. Gracias por tu interés

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