Cada vez son más los estudios e investigaciones
que demuestran, con datos contrastados, el impacto de las emociones y los
beneficios que implica desarrollar la inteligencia emocional en las personas,
en los equipos y en las organizaciones de diferentes ámbitos:
Sir William Osler realizó investigaciones que demostraron la
existencia de una relación entre las enfermedades del corazón y determinados
patrones de conducta : por un lado vivir siempre con prisas, y por
otro, experimentar con frecuencia sentimientos de enfado, hostilidad y
agresividad. Nuestro organismo, ante este tipo de sentimientos, libera la
hormona de la corticotropina,
la cual provoca un aumento de la presión arterial y del gasto cardíaco,
taquicardia, etc.
Las
personas de carácter triste producían un 32% más de cortisol. Concluyeron que
quienes tienen un ánimo positivo, padecen menos problemas endocrinos y
vasculares.
Otras investigaciones realizadas a pacientes con Bypass,
demostraron que aquellos que eran más optimistas se recuperaban más rápidamente
y con menos complicaciones postoperatorias que los pesimistas.
Bruce McEwen, psicólogo de la Universidad de Yale, publicó en
1993 un estudio en el que demostraba la relación
entre estrés-enfermedad. Señaló que el estrés provocaba:
1.Alteración de la
función inmunológica, pudiendo incluso acelerar la metástasis de
cáncer.
2.El aumento de la
probabilidad de sufrir infecciones virales.
3.Incremento de la
placa que provoca la arterioesclerosis, aumentando los coágulos en
sangre y la probabilidad de sufrir infartos.
4.La aceleración del comienzo de la diabetes.
5.El incremento de ataques de asma.
6.Daños en el hipocampo,
perjudicando así a la memoria (cuando el estrés se mantiene de forma prolongada
en el tiempo).
Norman Cousins, director de la revista Saturday Review en la
década de 1970, fue diagnosticado de una enfermedad autoinmune, con solo una
posibilidad entre 500 de curarse. Siendo consciente de que el estrés y la
preocupación solo podrían empeorar su estado. Cousins, con la aprobación de su
médico, se instaló en un hotel, estuvo viendo día tras días películas cómicas,
vídeos y espectáculos humorísticos, para beneficiarse de las virtudes terapéuticas
de la risa.
También
recibía frecuentes visitas de sus amigos y solo tomaba fuertes dosis de
vitamina C. De forma casi milagrosa, la enfermedad remitió y Cousins se curó.
E. Evans, en 1926, realizó una
investigación en la que pudo establecer que un alto porcentaje de los pacientes con
cáncer habían sufrido de una relación emotiva importante (viudos, separados,
divorciados). En este sentido, se concluyó que las personas que no lograban
asumir la pérdida, tenían más probabilidades de contraer la enfermedad.
En esta misma línea, otros investigadores establecieron relaciones entre la
incapacidad de expresar emociones genuinas y una mayor probabilidad de padecer
cáncer.
En 1996, el psicoterapeuta clínico americano Lawrence LeShan,
realizó un estudio con más de 500 pacientes de cáncer, en el que concluyó que
había una relación entre la aparición de tumores malignos y la
pérdida del sentido de la vida (desesperanza, desamparo).
La Universidad de Kentucky publicó en 2001 un estudio realizado en un convento de monjas. A través del análisis de los votos de
ingreso que habían hecho las novicias, se concluyó que aquellas monjas que se
planteaban los votos con una actitud positiva, vivían más años (una media de
casi ocho más) que aquellas que plantearon los votos como un sacrificio.
Un estudio realizado durante 7 años a más de 3500 ancianos
de Canadá concluyó que aquellos que consideraban, al
comienzo del estudio, que su salud era mala, tuvieron una tasa de mortalidad
tres veces superior a la del grupo de ancianos que opinaban que su salud era
excelente (incluso habiendo casos en que los «optimistas» tenían, según los
médicos, un estado de salud peor que algunos del grupo de los pesimistas).
El
psicólogo Sheldon Cohen realizó un estudio
sobre la gripe. En el estudio
concluyeron que cuanto mayor era el nivel de estrés en la vida de los
participantes, más probabilidades tenían de contraer la gripe.
La Clínica
de Reducción del Estrés, de Jon Kabat-Zinn, ha demostrado que el entrenamiento en relajación
ayuda a los pacientes a reducir los síntomas de sus aflicciones y acelera la
recuperación de sus enfermedades.
Un estudio
realizado por The Society for Human Resource Managament en más de 600 personas, demuestra
que los programas de entrenamiento de habilidades socioemocionales mejoran
la salud y el equilibrio emocional de sus trabajadores (reduce el estrés,
el absentismo y la rotación) y el rendimiento de los equipos de trabajo
(incremento de resultados de hasta un 56% y mejora el clima laboral).
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Buena y amplia información
ResponderEliminarSopesando, alomejor tengo que ser un pelin más optimista.
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